La obsesión por copiar, el efecto túnel o la pérdida de perspectiva

En este país suele llamarse “negocio online” a cualquier cosa que tenga colores llamativos y nombre impronunciable (sin entrar a valorar tampoco a los que se llaman a si mismos “expertos en negocios online” y nunca han levantado un euro más allá de los ingresos por Adsense). Me sorprende cuando hablan de algunos negocios y les llaman “el flickr español” o “el myspace español”. Es impresionante la capacidad de copiar que tienen algunas personas. Bien… es una forma como otra cualquiera de ganar dinero, pero creo que copiar es demasiado simple.

Hace unos días, mi madre me explicaba el caso de una chica que había muerto después de una operación realizada con la técnica de endoscopia. Por lo visto los médicos seccionaron una vena importante con el tubito (pido disculpas por mi lenguaje tan poco técnico). El anestesista detectó que a la chica le bajaba la presión en picado y entonces el médico decidió abrir para ver qué estaba pasando. Al hacerlo se encontró con el problema pero no lo pudieron solucionar a tiempo. La paciente entró en coma y murió más tarde. Los médicos no podían tener idea de lo que pasaba por detrás de las cámaras que mediante esta técnica habían introducido en el cuerpo de la paciente.

Y seguro que alguien se preguntará qué relación tienen estas dos historias… Pues se unen en una tercera.

Este fin de semana he visitado el monasterio de Poblet en el que he estrenado mi nueva Canon G9. Mientras disfrutaba fotografiando el entorno, las salas, los rosetones, los capiteles, las luces, etc. me di cuenta que en el grupo con el que visitábamos el monasterio había un hombre con una Canon de gran formato que, al igual que yo, era de disparo fácil. Las dimensiones de su cámara me hicieron suponer que era casi profesional. Un entendido que disfruta fotografiando todas estas cosas bonitas, pensé.

A mitad del recorrido noté que se esperaba pacientemente para hacer algunas fotos desde mi misma posición. Educado, pensé.

Al cabo de un rato esperé a que estuviera lejos para hacer alguna foto… entonces se giró y, al verme, retrocedió y copió mis tomas. Tres veces noté como hacía lo mismo. Cómo es posible que alguien que entiende de fotografía copie de forma tan descarada, pensé?

Pero mi “orgullo creativo” quedó apaciguado cuando en un rincón del claustro el hombre, disparando sin cesar, pasó de largo de la preciosa silueta de un arco proyectada sobre un muro o ni se inmutó al pasar junto a una luz rasante que marcaba el relieve de una piedra tallada en una escalera. Me di cuenta que tamaña cámara no era proporcional a sus conocimientos. Su obsesión por ver el mundo a través del visor le estaba haciendo perderse escenas preciosas. Un simple copión, pensé.

La velocidad del día a día hace que podamos sufrir el efecto túnel y perdernos cosas que quizás se merecen también una fotografía.