El traje del emperador o contra quien hemos empatado?

Recomiendo la lectura de este artículo de Andrés Pérez en su blog sobre el mundo online y el offline, después de leer el ranking de españoles más influyentes en Actualidad Económica. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Por mi parte… llevo algún tiempo en que relativizo estas cosas.

Todos podemos ser líderes de algo si conseguimos hacer el universo suficientemente pequeño. Veo gurús, gurusitos, santones, expertos y un nutrido etcétera que se proclaman líderes… y no se ver contra quien han empatado. Además traen séquito!

Como decía Joseph Goebbels en su Principio de Orquestación: “si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad“.

Me gustaría hacer referencia al cuento de Hans Christian Andersen titulado El traje nuevo del Emperador para explicar un poco lo que siento acerca de este tema:

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día escuchó a dos charlatanes llamados Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, además tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquiera estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían que como que trabajaban en la ropa, pero se quedaban ellos los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo: “Pero si va desnudo!!!”

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

Como dice Eduard Punset en la entrevista que le han hecho en El Periódico: “Hoy sabemos que la felicidad es, por encima de todo, la ausencia del miedo“. Deberíamos aprender a realizar periódicamente ejercicios de honradez, descubrir nuestros miedos y preguntarnos sinceramente contra quien hemos empatado.

PS: Enhorabuena por la reflexión, Andrés.