Talante de tendero

Algo a lo que no termino de acostumbrarme es a tener dos horas para comer. Preferiría tener sólo una hora y que la gente pueda irse a casa a partir de las seis. De todos modos este horario le ha dado a la “hora del café” un sentido especial.

Un dia descubrimos una pequeña (ínfima!) librería detrás del Corte Inglés donde puedes tomar café. Allí no hay ruido ni humo. Sólo hay gente charlando bajito y libros en los estantes.

Allí estaba yo aquel día con mi café y Àlex con su “cigaló” cuando entró una señora. El propietario la saludó con efusividad a lo que la señora respondió con igual tono. Pensaba que la alegría con la que el tendero había tratado a la clienta era postiza, pero me di cuenta que efectivamente se conocían al ver que empezaban a hablar de los libros que la señora había comprado con anterioridad en aquel local.

De repente, la señora le dijo: qué libro me recomiendas hoy?

– Qué te apetece? Novela negra como la última vez? Tengo éste, del autor que te gustó -propuso él-. Hace poco leí este otro que habla de los crímenes en los años cincuenta… te gustará. Por cierto, mira éste para tu sobrina, es como una película de cine mudo!

Des pués de un rato de conversación, finalmente la mujer pidió un café mientras hojeaba feliz los libros que el librero le había ayudado a escoger.

Àlex y yo recordamos entonces una de las las famosas “seis T” que Antonio González-Barros nos inculcaba cuando estábamos en InfoJobs. Habíamos presenciado un ejemplo práctico del significado del “talante de tendero”.

Deberíamos recuperar ese trato y traerlo a internet. A mi me gustaría que me trataran así. Deberíamos poder saludar a los usuarios por su nombre, saber que les gustó la novela negra y la próxima vez que les veamos, preguntarles si a su sobrina le gustó el llibro.